Es bien sabido
que cuando una persona a cargo de un área se va de la empresa, alguno de sus
subordinados se quedará a cargo. Esto no sólo llega con las consabidas
congratulaciones y todo el peso de las nuevas responsabilidades para el “afortunado”,
sino que, además hay que tener en cuenta que los jefes o superiores también son
un filtro de toda la mier… que cae
desde arriba. Y entonces aquél infeliz por fin renunció, la bruja maldita por
fin murió… ¡¿Quién se queda con el puesto de los tamales?