PARTE 1
Era un día relativamente soleado, las nubes algo grises, oscuras y amenazantes se posaban a intervalos en el cielo citadino. Él, un hombre jovial, de una imagen cual efebo se adentra en aquel sombrío recinto, ya casi no hay gente y el silencio de la iglesia es abrumadora, casi tanto como su colosal tamaño el cual parece hacerse más y más grande a cada paso. Cómo si el lugar quisiera tragarme vivo. Su juvenil figura se acerca lenta y tímidamente al confesionario, ya no es ningún niño, sin embargo el lugar no deja por ello de ser menos intimidante y más aún bajo las circunstancias.